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martes, 25 de octubre de 2016

¡Buen día seguidores!

Hoy 25 de octubre, es otro cumple mes de mi querido blog.

Hace pocos días, en la Argentina se festejó el día de la madre. Recibí de parte de mi hijo Bruno un regalo muy tentador para que sea motivo y tema de la entrada de hoy:


                                   FRIDA KAHLO – Detrás del espejo, de Gerry Souter

Gerry Souter, artista y autor de grandes éxitos, supo volcar en este libro la vida y obra de Frida, matizada con sus cartas, sus obras más famosas en una prosa fluida de su vida privada y amorosa.



Me tomé el atrevimiento de copiar varios documentos textuales y redactar una parte de su historia referida al accidente que tuvo en 1926.





En una entrevista con la autora Raquel Tibol, Frida contó:

Los camiones de mi época eran absolutamente endebles, comenzaban a circular y tenían mucho éxito; los tranvías andaban vacíos. Subí al camión con Alejandro Gómez Arias. Yo me senté en la orilla, junto al pasamanos. Momentos después el autobús chocó con un tren de la línea Xochimilco. El tren aplasto el autobús contra la esquina. Fue un choque extraño; no fue violento, sino sordo, lento y maltrató a todos. Y a mí  mucho más. … El choque nos tiró hacia adelante y a mí el pasamanos me atravesó como la espada a un toro.  

Ni bien se encontró con su madre le advirtió que estaba viva y que no pensaba en morirse ya que debía cumplir con sus deseos de pintar.



Pero Frida sufría mucho… el 25 de abril de 1927 le escribe una carta a Alejandro:

Mi Alex:
 Ayer estuve muy mala y muy triste, no te puedes imaginar la desesperación que llega uno a tener con esta enfermedad, siento una molestia espantosa que no puedo explicar y además hay a veces un dolor que con nada se me quita. Hoy me iban a poner el corsè de yeso, pero probablemente será martes o miércoles porque mi papá no ha tenido dinero – y cuesta sesenta pesos – y no es tanto por el dinero, porque muy bien podría conseguirlo, sino porque nadie cree en mi casa que de veras estoy mala, pues ni siquiera puedo decirlo porque mi mamá, que es la única que se aflige algo, se pone mala, y dice que fue por mí, que soy muy imprudente. Así es que yo y nadie más que yo soy la que sufro, me desespero y todo. No puedo escribir mucho porque apenas puedo agacharme, no puedo andar porque me duele horrible la pierna, ya me canso de leer -no tengo nada bonito que leer-, no puedo hacer nada más que llorar y hay veces que ni eso puedo. No me divierto en nada, ni tengo una sola distracción, sino nada más penas, y todos los que alguna vez me vienen a ver me chocan muchísimo. Todo esto lo pasaría si tú estuvieras aquí, pero así me dan ganas que me lleve lo más pronto el tren […] no te puedes imaginar cómo me desesperan las cuatro paredes de mi cuarto. ¡Todo! Ya no puedo explicarte con nada mi desesperación.   

Mucho tiempo después, en 1946, la médica alemana Henriette Begun, hizo conocer el parte médico de Frida de ese momento:

Accidente que produjo: fractura de tercera y cuarta vértebras lumbares, tres fracturas de pelvis, once fracturas en pie derecho, luxación de codo izquierdo, herida penetrante de abdomen producida por un tubo de hierro que entró por cadera izquierda saliendo por el sexo, rompiendo lado izquierdo. Peritonitis aguda. Cistitis con canalización por bastantes días. Encamada en la Cruz Roja por tres meses, la fractura de columna pasó desapercibida para los médicos hasta que la enferma fue atendida por el doctor Ortiz Tirado, quien ordenó la inmovilización con un corsé de yeso durante nueve meses [...]. A partir de entonces tiene ya la “sensación de cansancio continuo” y a veces dolores de la columna y pierna derecha, que no la dejaran ya nunca.

Pobre Frida… no tuvo ni una infancia, ni  una adolescencia, ni una  vida feliz. Sin embargo, se las ingenió para hacer lo que deseaba, imponerse y perdurar.

¿Pavada de ejemplo no?